Tipos de Leishmaniasis
Leishmaniasis visceral
La infección puede ser asintomática, aguda o crónica.
El tiempo de incubación es de meses, a veces años.
La aparición de signos y síntomas es habitualmente insidiosa, y en ocasiones,
en el sitio de la agresión se desarrolla un nódulo, permanente, como único
signo inicial.
Los cuadros agudos son menos frecuentes.
Cuando se manifiesta la enfermedad, es grave, y la mortalidad sin tratamiento
es del 100%.
Características generales de la enfermedad: fiebre irregular,
pérdida de peso, hepatoesplenomegalia, anemia.
Los signos y síntomas en niños son: fiebre, palidez,
anorexia, pérdida de peso, deficiencia en el crecimiento, tos, vómito, diarrea
y epistaxis; esplenomegalia masiva acompañada de hepatomegalia, linfadenopatías,
a veces generalizadas, sangrado gingival, equimosis y petequias en
extremidades. El bazo grande, firme, puede aparecer con consistencia blanda en
casos agudos.
En etapas posteriores del padecimiento se han descrito taquicardia, ictericia,
distensión abdominal, ascitis o edema pedal, sangrados y equimosis más
importantes, alteraciones en piel y anexos, como hiperpigmentación, lesiones
verrucosas no ulceradas y alopecia.
Complicaciones: Síndrome de desgaste, infecciones secundarias.
Es una enfermedad emergente, oportunista, asociada a SIDA.
En pacientes HIV+ se presenta diseminación parasitaria a piel en la LCD y en
forma de síndromes viscerales. Se ha sugerido que casi cualquier órgano que
contenga fagocitos puede ser infectado eventualmente.
También se consideran en estos pacientes localizaciones atípicas, crónicas,
recaídas, pobre respuesta a los fármacos habituales y ausencia de anticuerpos
anti-leishmania.
La presentación más frecuente cursa con manifestaciones
gastrointestinales.
En el 20 - 40% de los casos la esplenomegalia se encuentra ausente. Es
necesario contemplar la presencia simultánea de otras infecciones, que pueden
alterar aún más el cuadro.
Leishmaniosis cutánea localizada (LCL)
La leishmaniosis cutánea es la forma de la infección con
mayor distribución a nivel mundial. Un tercio de los casos ocurre en cada una
de las siguientes regiones epidemiológicas: América cenral y sur, el
Mediterráneo, y en Asia.
Se consideran dos cuadros clínicos cutáneos: leishmaniasis
cutánea localizada (LCL), generalmente circunscrita al sitio de inoculación
gracias a una respuesta inmune celular protectora, y leishmaniasis cutánea
diseminada (LCD) caracterizada por una pobre respuesta inmune celular, que
permite la diseminación no controlada en piel.
La LCL es conocida como "úlcera de los chicleros"
debido a que fue encontrada en trabajadores que extraían la goma del árbol del
chicle, y con frecuencia se observaba afectando el pabellón auricular, de curso
progresivo y mutilante.
Se considera un problema de salud pública debido a su amplia
distribución geográfica y porque puede llegar a producir lesiones destructivas
e incluso incapacitantes.
El período de incubación varía de una a doce semanas, aunque
puede ser más prolongado. La lesión inicial es una pápula que evoluciona a un
nódulo eritematoso, pruriginoso e indoloro, acompañada hasta en un 30% de los
casos de adenopatía regional, con un diámetro de
1 - 10 cm en ocasiones de menor tamaño y
que se ulcera en un lapso de 1 - 3 meses. La úlcera característica es
redondeada, de borde elevado y bien definido, indurado, cubierta por una costra
amarillenta; cuando ésta se desprende revela un fondo de tejido de granulación
limpio. Es posible que aparezcan lesiones satélites. Con alguna frecuencia
existe infección secundaria, con lesiones purulentas y dolorosas.
En ocasiones no hay ulceración y se aprecian en su lugar lesiones vegetantes o
verrucosas.
El cuadro tiende a curar espontáneamente a corto o largo plazo, dejando como
secuela una cicatriz visible como una placa atrófica y discrómica con
telangiectasias.
Es importante hacer notar que cuando afecta pabellones
auriculares (forma cutáneo-condral) produce una úlcera crónica, progresiva, de
fondo exudativo, generalmente indolora, que puede ser mutilante si no se ofrece
el tratamiento adecuado.
Leishmaniosis cutánea difusa (LCD)
Se caracteriza por lesiones nodulares con gran número de
parásitos, diseminadas prácticamente en todo el tegumento, con excepción del
cuero cabelludo, regiones inguinal y axilar, genitales externos, plantas y
palmas, aunque se han reportado excepciones.
La enfermedad es de curso crónico, se presentan resistencias a los
tratamientos. Se asocia a recaídas, infecciones bacterianas secundarias.
La respuesta inmune predominante, no protectora, es de tipo Th2.
En la biopsia de la lesión, se identifican macrófagos vacuolados con abundantes
amastigotes.
Leishmaniosis mucocutánea (LMC)
Este síndrome es conocido como espundia.
Las manifestaciones clínicas se presentan muchos meses o años después de
haberse resuelto la enfermedad cutánea; se deben a metástasis de lesiones
cutáneas, aunque en un porcentaje de los casos no es posible identificar la
lesión primaria.
Las lesiones se inician principalmente en mucosa nasal, simulando en el inicio
una rinitis. Se aprecia inflamación de la mucosa e hipertrofia vascular, con
ulceración posterior que llega a comprometer el tabique nasal
cartilaginoso.
El progreso de la enfermedad es crónico. Puede involucrar el labio
superior, paladar, pilares, úvula, epiglotis, cuerdas vocales, hipo faringe,
laringe y tráquea.
Los cuadros severos se asocian a dificultad para respirar, deglutir; también se
presenta disfonía, afonía e incluso asfixia.
La infección secundaria es frecuente y complica el cuadro. Presenta resistencia
a la quimioterapia específica. No es usual en niños, pero cuando ocurre la
mortalidad es alta.
Las lesiones presentan escasos parásitos.
La respuesta inmune predominante es de tipo Th1.
Leishmaniosis dérmica post-kala-azar (PKDL)
Esta complicación, reconocida en
India y Sudán, suele presentarse entre los 6 meses y 3 años posteriores al
tratamiento en el 10% de los casos de leishmaniosis visceral. Las lesiones
consisten en una erupción macular, maculopapular y nodular. Habitualmente
inicia en cara y se disemina a tronco y extremidades, de acuerdo a su
severidad. En ocasiones se auto-limita, pero en una buena parte de los casos
requiere tratamiento, ya que puede persistir por años. Su alta mortalidad se
relaciona con el inmucompromiso e infecciones secundarias.